Con su arte viajero y a su corta edad, Anthony Fernández Vera, se integra al maravilloso mundo de los colores y el dibujo. Desde niño, gracias al apoyo de sus padres y maestros de arte, su amor por las artes, su creatividad de ensueño, su alma volátil y su mente generadora de realidades, armoniza colores, sensaciones, experiencias, técnicas y destrezas, que por mérito absoluto le hacen merecedor de las convocatorias a las grandes galerías del Ecuador y el mundo, de cautivar en las exposiciones de arte y concursos oficiales e invitacionales.
Anthony, comenzó a dar sus primeros pininos plasmando cuadros de pintura moderna y contemporánea. Ganó muchos concursos de dibujo y pintura, esa es la puerta para que hoy siga creciendo en el arte. Al pintar nos narra cuentos maravillosos y escoge sus colores de fantasía, para invitarnos a ver más allá de lo que observamos.
No se considera un excelente pintor más bien un soñador incomprendido, un joven difícil, sensible y nervioso, aunque a la hora de trazar o pintar jamás le tiembla la mano. Su sentido humanista estrecha relaciones con la naturaleza, la cosmovisión social, religiosa y hasta política. En cada obra descubre lazos de afecto excepcionalmente fuertes entre lo espiritual y material, entre el ayer, el hoy y el mañana. Muy pocas veces se ha oído hablar de una relación fraternal tan conmovedora transportada al dibujo y la pintura, nos transporta a experiencias no vividas pero sentidas como el sufrir desengaños sentimentales o desavenencias.
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